viernes, diciembre 02, 2005

Algunas tomas de Tridente



Y ahora las sombras están borrachas,
Están borrachas con leche cortada
Con aguardiente de murtillas negras.
Y se comen a los niños recién nacidos,
Porque ahora los niños nacen sin sombra.
Mutan y mutan sobre el oro viejo de las baldosas
Y nace sin sombra. Por esto las sombras les beben la sangre,
Haciéndoles una incisión en sus tiernos cuellos
Con sus afiladas uñas negras.
Así son las noches en el Hades Boite cuando entierran la ardina.
Cuando a la luna llena se le cae
Un poco de polvo de su calva de plata sobre la tierra.



WANTED EDIPO

Sin duda es un mal tipo, un hijo de perra.
Se arrancó los ojos después de que supo
Que su amante era su madre.
Antes le había disparado al viejo que lo engendró
Con una escopeta recortada,
Porque se interpuso entre él y el estante del whisky.
Sobornó a la policía del lugar y reinó abusando del terror.
Pero no mal que dure cien mitos.
Los de su propia tribu lo expulsaron de la aldea.
Sin duda es un mal tipo con muchas carreteras en su haber.
Anda acompañado de sus dos hijas,
Unas lazarillas andrajosas y putangonas,
Que aún conservan el último aliento de la adolescencia y
Que se prostituyen para darle de beber.
Cuando llega a alguna ciudad pregunta
Siempre, como quien averigua si hay un buen lugar
Donde tomar cerveza o un cine donde exhiban películas porno,
Pregunta siempre que llega a algún sitio,
Tanteando el aire, diríase que con miedo a algo no preciso:
¿hay una esfinge por aquí?




CARTA DE EDIPO A AURELIA ENCONTRADA EN LA CABEZA DE UN MISIL,
EN TEBAS, LA ANTICIUDAD


A ti, Aurelia, que te retiraste a tiempo del oficio

¿Recuerdas cuando nos juntábamos a la salida del Metro
Para conspirar contra la tiranía de Tebas, tú y yo?; pero
Eso era antes de la llegada de los peces
Luminosos que rinden culto a un Monje demente;
Ahora nadie se atreve a juntarse a conspirar a la salida del Metro.
Solo mendigos y leprosos
Deambulan al garete bajo las aguas pesadas
Que lamen las márgenes del río;
Abril es abril y el Ganges, el Ganges,
En un mes inmóvil,
Y en los fúnebres urinarios unos cadáveres se reabsorben,
Se succionan la grasa impúdicos
En esos fétidos meaderos públicos,
Pululantes de putas explosivas,
De intocables, y los peces luminosos del Monje, los peores.
Toda la ciudad ahora es tubia e inhóspita,
Tal como debió ser París
En tiempos de Fantomas y Baudelaire,
Pero sin el cisne agónico en el légamo junto al Louvre:
Ebriedad religiosa de las grandes ciudades…
Pero ahora ya nada es ebrio ni religioso,
Ni el cisne harapiento ni los 7 aqualangs
Siguiéndote turbios por las simbolistas veredas baudelerianas;
Sólo un río legamoso y putas algorítmicas,
Descarnadas, holográficas; pero letales.
Nosotros seguimos viajando, mercenarios incógnitos entre tanta Nada,
Asesinos sin sueldo, por Colono y sus fronteras.
Cierto, hemos perdido a algunos.
Tal vez muchos.
Aparentes suicidios.
Dudosos accidentes aéreos.
Sobredosis subliminales de Dios.
Estigmas en la corteza cerebral.
Ahora estoy más solo que nunca, con es soledad inmensa del destierro,
Sólo tengo a mis dos hijas por ojos, por videncia desamparada,
Sueño con mis años de tirano justo,
Pero ya ni los enigmas ni el amour fou son para mí,
Sólo me queda el atroz y bajo consuelo del dipsómano
Y el saloon transparente de las demenciales imágenes.

En colono, la blanca, mirando el horizonte y la frontera de Atenas, USA.




CARTA DE EDIPO A AURELIA HALLADA EN LAS INMEDIACIONES DE LAS RUINAS DEL MANICOMNIO “OPEN DOORS”,
TEBAS, ILLINOIS


A Lila Calderón

¿Cuándo nos va a salir una puta santa para exhibirla en los balcones
Del Palacio de Bellas Artes bajo la lluvia de abril?
¿O un santo que sepa del oficio de las bellas letras?
¿Un Cioran? ¿Un Dios del subsuelo?
¿Quién podría escribir el diálogo de los santos
Con los androides que sueñan con ovejas eléctricas?
¿Un Shakespeare aquejado de oligofrenia en El Peral?
¿Un Dostoievski exiliado en el Hogar de Cristo?
Ejemplares como esos no los dará,
Esta enmohecida tierra,
Ni en siglos, la selección pringosa de las especies,
Ni Darwin ni el Azar barajando los ya ajados naipes del no-Tiempo.
¿Y el monje de los peces esquizofrénicos y alucinados?
Dicen que tienen un lema: “los peces no pueden usar armas”.
Lo tomó de un libro que todos leen y nadie entiende: Valis
De Phillip K. Dick, otro profeta subliminal del siglo XX.
Eso es peligroso. Muy.
No sé por qué esta tarde de aguas pesadas
Me dio por recordarte,
Cuando tú y yo nos juntábamos en la estación del Metro,
En la línea 666, Terminal Cementerio General,
Acechando posibles víctimas impúberes,
Como era antes, cuando tú recién estabas
Aprendiendo el oficio de la carne y yo escribía
Mis primeros sonetos al Demonio.
Tomados de la mano, sin miedo a los mutantes,
A los peces luminosos del Monje,
A los zombies antropófagos.
¿Vamos a ver Blade Runner por décima vez?,
Me proponías a la salida del Metro sin importar
Que yo fuera un androide clandestino
Y lloviera sin pausa sobre el Ganghes y sus pútridos intocables,
Antes de que nos hiciéramos sombras, barro negro,
Fumarolas como humo en tus ojos de puta explosiva,
Como en esa canción de los apócrifos ’60.
Pero tal vez regresen los ’60 y nos volvamos
A juntar en un recodo del Tiempo Varado, a soñar utopías vanas,
Deshojando margaritas radioactivas,
O solo para entrever al unicornio blanco
Galopando entre la niebla húmeda en la húmeda sala
Del derruido cinematógrafo de nuestra memoria.

Tuyo, Edipo, Colono, abril de 6294

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